Por Oscar Díaz Salazar
Me sorprende que los abogados no defiendan su profesión, en estos días en los que se critica a varios personajes de la política y del partido morena, por haber sido fotografiados y/o por haber expedido nombramientos (a título honorífico) a un abogado que recientemente fue contratado por un presunto delincuente de alto perfil, al parecer jefe del crimen organizado.
El caso es parecido al del prominente panista apodado el Jefe Diego (Fernández de Ceballos), aunque estaba “pior” el barbado, porque él si participaba directamente en la política partidista, y traficaba con sus influencias en el gobierno para atender los asuntos de presuntos delincuentes de cuello blanco y de toda laya.
Los profesionales del derecho suelen ser muy claros en cuanto a las actividades que realizan en el desempeño de su trabajo, y el carácter de relación “profesional” la que tienen con sus clientes, lo que significa que no necesariamente sostengan un vínculo afectivo, ni que compartan los valores morales y la ética de sus clientes.
Los abogados son contratados por quienes tienen problemas, por presuntos delincuentes. Rara avis en el gremio de los abogados, son aquellos que solo defienden inocentes o victimas, y eso es difícil de establecer a priori, pues precisamente para eso son contratados, para buscar una declaración de inocencia o para que los daños y perjuicios sean mínimos para el que contrata a un abogado.
Pero el debate partidista es así, no hay por qué sorprenderse. Al paso que vamos van a querer hacer escarnio del médico que atiende a los delincuentes, al maestro que educa a los hijos y al cocinero que prepara sus alimentos.
Por mucho tiempo los abogados defendían su profesión con un argumento parecido al de las aves que cruzan el pantano y no se manchan, pero hoy en el debate partidista en medios y en redes sociales, está ganando la versión que criminaliza a los abogados que defienden criminales y de pasada a los políticos con los que conviven e incluso solo coinciden en un acto cívico o social.
Termino diciendo que no pretendo defender al gremio de los abogados y mucho menos a uno en particular, solo comparto estos comentarios porque veo que se trata de un debate mil por ciento político y partidista, que busca dar sustento a una acusación de vínculos con narcotraficantes que surgió de la mente perversa de un publicista, pero que en este momento -y no digo que para siempre- no tiene el sustento de las pruebas documentales o testimoniales.
Pero anímese a compartirme sus opiniones, que no le de Penilla… como dijo el Piporro: “aviéntese, aviéntese”.