Dialogando/ Por Roberto Olvera Pérez

Opinión

El caso Duarte histórico

La fecha, la hora y el lugar del 8 de julio del 2020, a las 17:00 horas en la Ciudad de Washington, en los Estados Unidos de América, quedarán registrados tanto en la historia de México como en la historia del Continente Americano, la reciente visita del Presidente de la Republica Andrés Manuel López Obrador al vecino país del norte. Será también el inicio de un nuevo capítulo de la historia del siglo XXI en el que se vivió de forma casual e inesperada el descubrimiento de lo que se llamará el fin de la impunidad tanto en hechos de corrupción como en operaciones electorales, en los que se utilizaron recursos públicos en forma cuantiosa con el nombre de delito de peculado.

La visita presidencial primera en su género que hizo el presidente López Obrador, quedó rebasada con el fuerte golpe al antiguo régimen de corrupción e impunidad a la apresarse en forma sorpresiva a César Duarte Jaquez, ex gobernador del Estado de Chihuahua, a quien se le sorprendió en ejecución de un delito menor en una refaccionaria de Miami, Florida.

De un lado a otro de Estados Unidos los detalles de una aprensión singular se convirtieron en una noticia mundial, que con el tiempo se relacionará con los 42 países importantes del continente americano que incluye a México, Estados Unidos de América y Canadá. La corrupción “cáncer” de los países latinos heredada de la vieja Europa por siglos, se premio habitualmente por la impunidad que resulta regla intocable en todo el siglo XX por partidos, dictadores y ejércitos,     que ni siquiera abrieron los códigos penales o los libros de moral y civismo para consultar que penas o delitos merecían castigo ante el abuso o el exceso de rapiña en cada caso particular.

El apellido Duarte, tan breve por sus seis letras y menos común que los apellidos Pérez y López, será ahora icónico por repetirse dos veces en menos de cinco años como el símbolo del abuso de autoridad y del saqueo de las arcas públicas más grave que haya registrado en la historia de México, en los últimos doscientos años.

Lo que pasó el miércoles ocho de julio del presente año, fue el golpe de ariete o sorpresa mayúscula de la aprehensión de un delincuente de un país en desarrollo en territorio de un país avanzado en técnicas de investigación criminal, con detectores de mentiras y cámaras fotográficas que registran el pulso del delincuente y la imagen codificada en barras clasificadas. No solo se conoció en segundos la imagen de César Duarte, sino también el beneficio político que daría al Presidente López Obrador, al entregar a las autoridades de una entidad federativa con fines de extradición a quien según propios paisanos había cometido más de cuarenta delitos patrimoniales y dejó en banca rota al Estado que gobernaba desde el año 2010, con un monto superior a los 45 mil millones de pesos, algo similar o superior ya comprobada a lo sucedido en Veracruz, cuando otro personaje del mismo apellido, superó también los límites de lo permitido y dejó abierta dos investigaciones:

Es decir, una cadena de delitos múltiples y una serie de penas y castigos que no se le aplicaron en su tiempo señalado a un único presunto culpable el ex presidente de México, Enrique Peña Nieto, que también pudiera ser implicado por tolerar y no aplicar investigación o proceso alguno contra ambos personajes y de apellido Duarte. En tanto así que el pueblo de Chihuahua celebró largamente desde la tarde del miércoles pasado frente al monumento de Pancho Villa en la capital chihuahuense imágenes con respaldo popular que ya dieron la vuelta al mundo y que confirman las frases del presidente López Obrador, que el fraude electoral es el primero de los delitos que debe ser perseguido en los tiempos modernos de México; léase esto para el PRI, el PAN y el propio partido Morena, o cualquiera otra agrupación política.

La historia dio un salto de ciento ochenta grados y que modificó y convirtió en legal un delito no tipificado por años como fue la aplicación de recursos públicos en campaña y delitos electorales. Todo esto pasó antes de pasar a cenar en la Casa Blanca en honor al Presidente mexicano a eso de las 18:45 horas tiempo de Washington, cuando todo ya estaba conectado, agitado y actuado por las autoridades judiciales estadounidenses y como un presunto regalo aun no comprobado del Presidente Donald Trump, al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

NOTAS CORTAS

1.- Que son tres los aspirantes a la gubernatura del Estado que guarda en su escritorio el gobernador de los vientos de cambio en Tamaulipas Francisco García Cabeza de Vaca. Y que los tres son de la ciudad de Reynosa, ¿Adivine quiénes son?

2.- Cuenta la leyenda urbana que el ex gobernador de Chihuahua, César Duarte Jaquez, aportó más de 500 millones de pesos para la campaña de Enrique Peña Nieto y que por esa razón nunca lo encontraron durante su sexenio, ¿A caso revelaran ese dato a la opinión pública?

Por hoy es todo, en la próxima seguiremos dialogando del acontecer político tamaulipeco.

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