Ratota
La noticia del fin de semana no fue el aumento de contagios de COVID-19, ni las matazones que siguen haciendo los mafiosos, ni la pérdida de empleos.
¿Qué fue entonces lo que llamó la atención de la opinión pública mundial?
¡El cubre boca de El Trompas!
Luego de bajar de mi nubecilla viajera, ayer por la tarde, me enteré que el sátrapa había aparecido en público, por vez primera desde que se declaró la pandemia, cubiertos los belfos con un exclusivo cubre boca de color obscuro, acompañado de sus principales colaboradores y guaruras usando similar modelo.
Coincidentemente, también nuestro Pejidente empezó a utilizar en actos públicos la molesta pero necesaria prenda.
Ese fue el mayor logro de la reunión que sostuvieron ambos mandatarios en la Casa Blanquecina, el pasado 8 de julio.
Seguramente a ambos los veremos en los días, semanas y meses siguientes portando cubre bocas, algo que hasta ahora ambos se habían negado a adoptar, a pesar de que la ciudadanía de ambos países ya lo había hecho desde el mes de marzo.
Pero hablando de El Trompas, tengo la firme convicción de que sabe mucho más de lo que acepta, en torno al surgimiento y propagación de este azote.
En varias ocasiones ha culpado al gobierno chino de crear el virus y derramarlo por todo el mundo, pero a la vez, los chinos le echan la paleta y nadie sabe, nadie supo, como decía el Longe Moco.
Lo que sí es cierto es que circulan teorías de conspiración que culpan a encumbrados personajes de tramar la eliminación de una buena parte de la Humanidad.
La teoría eugenésica supone que grupos tan poderosos como Bildenberg, Skulls and Bones, Iluminatti, Priorato de Sión y otros, se reunieron para definir el futuro del mundo ante amenazas como el calentamiento global y la escasez del petróleo.
Para ello, inventaron un virus que mata a los que tienen bajas las defensas, los que pertenecen al sector menos productivo de la población y al que causa mayores gastos a las instituciones de seguridad social: Los ancianos, los diabéticos, los tuberculosos, los que padecen obesidad mórbida y los que tienen VIH.
Tan posible es esta teoría, como cualquier otra que podamos imaginar, como aquella que dice que un chino se comió una sopa de murciélago infectado y por eso hoy estamos aquí, temblando y enclaustrados en nuestras casas.
Para mí, para mí, que el taimado mandatario gringo forma parte de este compló mundial.
Lo trae en su sangre, en sus genes. Lo ha demostrado miles de veces con su actitud etnofóbica, homofóbica, xenofóbica y misógina.
Durante la reunión con el Pejidente de Mexicalpan de las Tunas, se le notaba en sus ojillos y en los belfos que estaba a punto de soltar la risa, ante el enjundioso, pero ingenuo discurso de ALMO.
Posiblemente, luego de despedir a la comitiva azteca, El Trompas se fue corriendo hasta la Oficina Ovaloide para soltar estruendosa carcajada, sobándose el abdomen y dando de pataditas en el fino mármol.
Decir que los hombres más poderosos del mundo, incluyendo empresarios como Bill Gates, la familia Rockefeller, Jeff Bezos, Warren Buffet, Mark Zuckerberg y sobre todo, el que parece ser el verdadero amo del mundo, Jorge Soros (¿Se han fijado que la mayoría de ellos son de ascendencia judía?), no es una fantasía, porque pueden hacerlo y porque son individuos perversos cuyo único afán es seguir acumulando riquezas.
Por eso no me trago la aparente inocencia de El Trompas. Es un taimado y cínico.
Yo siempre he dicho que será el hombre que apriete el botón del fin del mundo pero, ¿será que ya lo apretó?
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “Roedor bípedo, ¡me refiero a tu persona!” (Rata de dos patas, ¡te estoy hablando a ti!)