Por Hugo Reyna/ EL SINODAL DE TAMAULIPAS
Reynosa, Tam.- Don “Beto” Vélez es un hombre de edad avanzada, reside en su humilde vivienda en la colonia Satélite con su esposa Juana López y desde hace tiempo, la emergencia sanitaria “apagó” la alegría de su taller, en donde repara guitarras y otros instrumentos musicales.
Su compañera padece complicaciones de diabetes y se encuentra postrada en cama, estos días han sido difíciles económicamente, pues no hay empleo y escasamente viene alguien a solicitar sus servicios o clases de guitarra que ofrece en su domicilio.
De vez en cuando algún vecino asoma por el pórtico de su casa, saluda y comparte noticias del exterior y después, nuevamente todo queda en silencio.
El ánimo se enciende con la visita del reportero, tras una breve reseña de su situación complicada por la Pandemia y las restricciones, apuradamente de un cuarto de su vivienda saca una vieja guitarra.
La acomoda a manera de descanso en sus piernas y empieza a interpretar algunas coplas con el ánimo y esperanza de ver pasar pronto la difícil situación que ha provocado la emergencia sanitaria.
En su asiento con su guitarra en mano, su alegría inspiradora contrasta con la tristeza de su taller silente, algunos instrumentos reposan cubiertos con polvo y desatención, esperando también como Don Beto mejores tiempos.
Las cuerdas de su guitarra suenan armoniosas y generosas al aire, animando el ambiente y rompiendo una monotonía que parece haberse adherido a las paredes de su casa, sus manos se encargan de romper el hechizo pandémico y brinda una luz de alegría y confianza de que pronto terminará la emergencia.
Al menos, Don Beto se empeña en pensar que pronto terminará y así lo comparte con su esposa Doña Juana y unos gatos que deambulan por la casa, resignados también a estos días de estrechez y apremio impuestos por ese enemigo que ronda por los aires y acecha al más mínimo contacto físico…El Covid 19.