Minsk.- El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, que se enfrenta a un impresionante movimiento de protesta en las calles tras su relección en agosto, prestó juramento este miércoles para un sexto mandato en una ceremonia mantenida en secreto.
«Alexander Lukashenko prestó juramento en lengua bielorrusa, después firmó el acta y la presidenta de la Comisión Electoral (…) le entregó el certificado de presidente de la república de Bielorrusia», informó primero la agencia de prensa gubernamental Belta y luego la web presidencial.
Durante la mañana, medios de comunicación independientes y plataformas de la oposición habían mencionado esta posibilidad ya que vieron el cortejo del presidente recorrer la ciudad a gran velocidad y comprobaron que la principal avenida de Minsk estaba cerrada al público, y con un importante despliegue policial alrededor de la sede presidencial.
«El presidente en funciones afirmó que había ganado con un 80% de los votos, pero convierte su investidura en una operación de los servicios especiales, con protección de las fuerzas antidisturbios y en secreto», ironizó en la red Telegram uno de los líderes de la oposición, Pavel Latushko, en el exilio como la mayoría de sus compañeros.
«Revolución de color»
Para los opositores y los medios de prensa independientes, esta ceremonia, que debía tener lugar legalmente antes del 9 de octubre, se organizó en secreto para que no se convirtiese en catalizador de una nueva gran manifestación.
De acuerdo a Belta, Lukashenko mostró su «orgullo» en este discurso de investidura. «No sólo hemos elegido un presidente, hemos defendido nuestros valores, la vida en paz, la soberanía y la independencia», dijo, venciendo a los agitadores.
También afirmó que su país había resistido una «revolución de color», apodo dado en la ex URSS a los movimientos populares que expulsaron del poder a regímenes autoritarios desde comienzos de 2000 en Ucrania, Georgia y Kirguistán. Para Rusia y Lukashenko, fueron revueltas apoyadas por Occidente.
«Nuestro Estado enfrentaba un desafío sin precedentes (…) pero estamos entre los únicos, si no somos los únicos, donde la ‘revolución de color’ no funcionó. Es la decisión de los bielorrusos, que no querían la perdición de su país», añadió.