Ciudad de México.- El orgullo de ser mexicano es algo que sigue latiendo todos los días en el corazón de Edson Álvarez. Y es que el zaguero del Ajax tiene claro que quiere poner en alto el nombre de nuestro país en Europa, por lo que sueña con colgarse la bandera Tricolor en el pecho al final de la temporada acompañada por el título liguero de Holanda.
«Tengo muchas ganas de salir campeón, es una ambición que tengo, trabajo todos los días para eso, porque quiero ponerme la bandera de México enfrente de mi y demostrarle al mundo que soy el primer mexicano en Ajax ganando trofeos. Es algo que me ilusiona mucho, quiero quedar en la historia del Ajax como eso: como el primer mexicano que gana en Ajax la Eredivisie», afirmó el canterano del América.
Álvarez, con motivo del día de la bandera, confesó el sentimiento que le genera ser mexicano, el tener la oportunidad de jugar con la Selección y sobre todo cómo percibe a la gente de su país.
«Ser mexicano es un orgullo, te sientes poderoso; cuando voy a la selección y ponerte la playera, es como saber que voy a la guerra, cuando me la pongo me transmite mucha seguridad. El orgullo de ser mexicano es por la gente, la amabilidad de la gente, lo cálida que es.
«Muchas veces como país no estamos muy bien, me refiero a que hay gente que no tiene muchas oportunidades, sufre mucho, gente que no tiene trabajo, me pone triste, pero a pesar de eso esa gente si tu la ves en la calle te va a recibir con una sonrisa. El mexicano siempre le ve el lado positivo a las cosas, por más complicada que sea la cosa, el mexicano siempre está alegre y está dispuesto a afrontar la vida como venga y eso es ser mexicano y pelear ante la adversidad», añadió.
El barrio le enseñó a no rendirse
Edson recordó que su niñez estuvo marcado por futbol y la calle, lugar donde comenzó a forjar su carácter, mismo que hoy lo tiene compitiendo en el futbol europeo, pues tiene claro que ahí aprendió a no rendirse.
«Toda mi niñez la viví afuera, en la calles, con mis amigos, iba en las mañanas en la escuela como todo niño, después de llegar de la escuela toda la tarde era estar en la calle jugando futbol. Siempre jugué con chicos mayores que yo y me formó mucho mi carácter, porque siempre fui el que tenía mucho talento en el barrio, entonces alguna veces me pegaban y yo lloraba y ya no quería seguir jugando.
«Mi hermano estaba detrás de mi y me decía que tenía que seguir, que tenía que aprender, que eso me iba a hacer más fuerte, demuéstrales que eres mejor que ellos. Eso aprendí del barrio, a nunca rendirme, a siempre seguir», remató.