Mesías
Mesías: La palabra mesías viene del latín “messias” y del hebreo “mesiah”, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
Mashíaj significa “ungido” y se sobreentiende “ungido con aceite”. Esa era la forma en que los antiguos judíos ungían a un nuevo rey, derramando aceite de oliva consagrado en su cabeza.
Con ese término se referían a un salvador del pueblo Judío que los liberaría de la opresión que sobre ellos ejercían otros pueblos, como Babilonia. Sin embargo, lo que apareció por aquellos tiempos fue más bien un tipo pacifista, en lugar de un guerrero. Por eso mismo los judíos terminaron por rechazarlo y endilgarle el mote de “falso mesías”.
Pero los falsos mesías han surgido en los últimos dos mil años, todos con una característica común: Ellos mismos se nombran como los salvadores de su pueblo, como los elegidos por Dios para llevar a cabo un plan que permita terminar con la pobreza, el hambre y la guerra.
Por eso no me extrañó que una revista tan importante como The Economist sacara en su portada la efigie de nuestro Pejidente ALMO y el título: “Mexico’s false messiah” (El falso mesías de México).
Y es que ALMO pasará a la historia como el mejor candidato que ha habido y habrá en la historia del país, desde que Moctezuma Xocoyotizn subió al poder, en la Gran Tenochtitlán.
Pero una cosa es ser candidato durante 18 años y otra muy diferente es ser Presidente.
Ya en el poder, no supo ni qué hacer. Se rodeó de puro ex priísta corrupto a los que lavó sus pecados con aceite de oliva consagrado.
Si como dice The Economist, “los votantes deben frenar al presidente hambriento de poder”, es porque en el extranjero ya se dieron cuenta de la forma tan errática que tiene de gobernar.
Para empezar, ya dividió el país en dos facciones irreconciliables. Ya se gastó el dinero que habían dejado en las arcas los anteriores gobiernos, quiso agandallarse nuestros afores, eliminó programas insustanciales, quitó parte de la corrupción, y todo ese dinero que nos hemos ahorrado se ha ido por el resumidero.
Nuestro falso mesías tiene también en común con los charlatanes y líderes religiosos carismáticos algunas características:
-Facilidad de palabra.
-Lenguaje ambiguo.
-Interés de parecer sincero ante su audiencia.
-Creación de enemigos externos.
-Elaboración de un credo.
-Uso de simbolismos.
-Rechazo aparente por la riqueza.
-Búsqueda de objetivos trascendentes.
No es raro que The Economist haya hecho ese análisis y llegado a la conclusión que ya desde comienzos del sexenio había hecho esta chipocluta columna: ALMO es un charlatán.
Y no soy fifí, ni neoliberal, ni conservador, pero sí me doy cuenta que la regué de a feo al votar por ese personaje que prometía convertir a México en un país de primer mundo, pero que nos está llevando directo al resumidero de la dictadura.
Hasta aquí mi colaboración de hoy. Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: “Hemos abandonado el país centroamericano de Guatemala para proceder a ingresar a Guatepeor”. (Salimos de Guatemala para entrar a Guatepeor).