Voceadores
Ahora que los recolectores motorizados de desechos sólidos domésticos pasan por mi casa gritando a todo pulmón: “¡Basura!”, o incluso hay niños que ayudan a esa tarea y también dan voces para que las señoras saquen sus recipientes a la calle, recordaba aquellos años de mi mocedad (Nota de la Redacción: ¡Uuuuuuhhhhh!)
Decía que en aquellos tiempos los chamacos acostumbraban recorrer los barriales -así, como ahora los recolectores a bordo de sus camionetas pick up van calle por calle- vendiendo el periódico “El Mañana”.
Y de cuando en cuando, para que la gente se enterara y comprara el ejemplar del día, pegaban el grito: “!El Mañanaaaaa-a!”. Así, cantadito y con todas sus letras.
Luego, con el paso del tiempo, ya no decían toda la palabra, sino que solían vocear, todavía con la tonadita: “!L Mñanaaaaa-a!”, para quedar finalmente: “!Ñanaaaa-a!”
Es lo que pasa ahora con los basureritos: Después de varios meses de pasar a diario, ya no gritan: “¡Basura!”, sino solamente: “¡Sura!”
Todo evoluciona, todo cambia y las cosas complejas se van haciendo más sencillas con el uso y la costumbre.
Por cierto, el simpático gremio de los voceadores y papeleritos tiene ya muchos años que desapareció de Reynosa.
Con el auge de las tiendas de conveniencia, ya no era rentable dar a los güercos veinte periódicos para que los vendieran en las colonias y así, poco a poco dejamos de escuchar en las calles aquel pregón juvenil: “¡Ñanaaaa-a!”
Dos o tres décadas después, toca el turno a los medios impresos.
El Mañana, La Prensa, El Valle del Norte, La Tarde, todos tendrán que emigrar más temprano que tarde a sus formatos digitales.
Actualmente se elaboran de manera mixta, es decir, aún se imprimen miles de copias que se venden en las tiendas, pero ya pronto eso pasará a la historia, porque la nueva normalidad requiere que ahorremos recursos, como el papel y la energía que se emplea para mover las grandes rotativas.
¿Por qué los periódicos se resisten a pasar totalmente a formato digital? Es posible que lo hagan por nostalgia, como me ocurre a mí, que llevo la tinta en la sangre y me es muy difícil adaptarme a las nuevas modalidades tecnológicas.
Los medios impresos tienen grandes edificios donde están sus rotativas, sus bodegas, sus oficinas administrativas y sus redacciones.
Mucho de eso sobraría si dejaran de imprimir.
Basta un modesto espacio para poder hacer un periódico completamente digital.
Estos ya son otros tiempos.
Cuando estaba yo en el CBTIS 7, una vez me presenté en El Mañana con el Jefe Arturo Cantualla y le dije que quería escribir para el periódico.
Con sus ojos rasgados, se me quedó viendo de arriba a abajo, como escaneándome y finalmente me dio el avionazo.
Un año y meses después, tras graduarme de Técnico Laboratorista, iba pasando por La Prensa, en la calle Matamoros, levanté mi vista y me acordé del episodio de El Mañana.
“¿Quién sabe?-pensé para mí. A lo mejor aquí sí me dan trabajo”.
Y lo demás, es historia.
De eso ya hace casi 40 años, en junio de 1982. (Nota de la Redacción: ¡Uuuuhhhh!)
El grito de los niños recolectores de basura me llevó a recordar a los pequeños voceadores de barriada ya desaparecidos y pensar en el inminente destino de los medios impresos de comunicación.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “No prorrumpo en llanto, únicamente vienen a mi mente reminiscencias”. (No lloro, nomás me acuerdo).