Informe
Yo no vi el tercer informe de gobierno del Pejidente porque me dio güeva.
Decir que en lo que va de su mandato se redujo el robo del guachicol, que disminuyeron los delitos de alto impacto, que ya no hay inflación, que hay generación de empleos es una falacia, porque tal vez a nivel macroeconómico tenga algo de cierto, pero a nivel del infeliciaje, las cosas son muy diferentes.
O en sus propias palabras, “yo tengo otros datos”.
Tal vez se refirió a él y su familia cuando dijo: “Ya estamos mejor”.
Miren:
1.- Él vive en un palacio enorme, rodeado de lujos y comodidades, sin pagar un solo centavo de renta, mientras que el grueso de la población vive en pocilgas pagando rentas estratosféricas o en palomeras del INFONAVIT donde apenas caben de ladito y donde tienen que estar pagando un crédito casi de por vida.
2.- ¿Él ha cambiado su Tsurito por una Suburban del año blindada, yo y millones más de ciudadanos traemos el mismo carro jodidón que apenas camina.
3.- Él ha cambiado los frijolitos en bola que le daban durante su prolongada campaña de 18 años en las rancherías, por los más variados y suculentos postres, dignos de un jeque árabe.
-Él, que nunca trabajó, ahora tiene un sueldazo de más de 140 mil pesos mensuales, mientras que el infeliciaje tiene que conformarse con sacar para las tortillas, el chesco, la chela y la leche de los chamacos.
-Él jamás ha pagado impuestos, mientras que a nosotros el SAT nos hinca el diente hasta quitarnos el 30% o más de lo que ganamos.
-Él tiene familiares que ahora son funcionarios públicos, diputados, senadores o alcaldes, mientras que uno batalla hasta para conseguir empleo en una maquiladora.
-A pesar de que nunca ha dado pie con bola, él tiene un séquito de millones de seguidores en sus redes sociales, mientras que yo apenas tengo dos o tres lectores.
Ni los millones que dispersa el Gobierno Federal en pensiones a viejitos y ninis han podido mejorar las condiciones de vida de la población y cada día estamos más jodidos.
Decía Peña Nieto: “Yo no soy la señora de la casa”, y tenía razón, porque los Presidentes son ajenos al sufrimiento de la gente cuando va al mandado y cada vez le alcanza para comprar menos.
Que si aumentó el salario mínimo, pues sí. Pero esa es solo una unidad de medida, no el sueldo que percibe un trabajador.
De hecho, si hacemos caso de lo que decía hace unos años el dirigente obrero local, en Reynosa no hay quien gane un salario mínimo, sino que obtienen dos o más veces esa cantidad.
¿Quién va a vivir con menos de cien pesos al día? O con 180 pesos diarios, a como está ahora el sueldo base.
La inmensa mayoría de los trabajadores tienen que ingeniárselas para corretear la chuleta, trabajar horas extra, tener otras chambas en su tiempo libre, vender ropa usada en un tianguis, vender droga en las maquiladoras y las mujeres, prostituirse.
No sé si la situación llegue a enderezarse en la segunda mitad del sexenio. Tal vez el coronavirus nos dé una tregua, cuando la cantidad de vacunados supere la de los omisos.
Si eso ocurre, podríamos hablar de recuperación económica con respecto a ahora, que estamos en números negativos, pero no es posible manejar expectativas de crecimiento del 6%, como dijo el cabecita de algodón en su informe.
No quise ver su comparecencia, porque me pareció que sería una “mañanera” más, pero sí que me chuté la síntesis.
Sobre todo aquella frase dirigida a los tecnócratas: “Tengan para que aprendan”, acompañada de una señal de la mano derecha con el puño cerrado, a excepción de los dedos pulgar y meñique.
Porque, eso sí, ocurrencias, chistoretes y gracejadas hemos tenido al por mayor. Yo creía que no habría Presidente en el futuro inmediato del País que podría ganarle a las pendejadas de Chente Fox y Peña Nieto, pero me equivoqué rotundamente.
Y bueno, aquí los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Contando con la dimensión temporal y una pequeña azada”. (Con el tiempo y un ganchito).