INDIGNANTE EXPLOTACIÓN DE NIÑOS Y MUJERES

Portada Reynosa

Por Juan Carlos Rodríguez Terrazas/EL SINODAL DE TAMAULIPAS 

Reynosa, Tam.- En tanto autoridades de los tres niveles de gobierno debaten sobre la necesidad o no de mantener en improvisados albergues a miles de migrantes extranjeros que llegan a la frontera con el afán de cumplir el sueño americano o dejarlos a la deriva, centenares de infelices compatriotas mexicanos que provienen de las más inhóspitas regiones, viven aquí mismo, sin atención alguna y servirán solo para engrosas los cinturones de miseria, alimentando sueños de riqueza de explotadores invisibles que todos saben que existen, pero que nadie ataca. 

Investigaciones realizadas en esta ciudad por la Asociación de Derechos Humanos Internacionales en Apoyo a Migrantes, Refugiados y Población en General, sacan a la luz la existencia de una red de explotación que en los últimos años ha ganado espacios en los cruceros de Reynosa, existiendo no menos de 38 mujeres y aproximadamente 70 niños que son obligados por sus patriarcas a realizan extenuante trabajo como “malabaristas”, con jornadas de hasta 12 horas diarias, que jamás suspenden ni siquiera para comer. 

LAS MÁS VULNERABLES 

El licenciado Juan Carlos Abrego Gutiérrez, dijo conocer del lastimoso ejercicio que mujeres de largas enaguas realizan, cargando sobre sus hombros a sus propios hijos, realizando peligrosas cabriolas en transitadas avenidas como el bulevar del Maestro en la colonia Las Fuentes; y sobre esta misma rúa en los cruceros de la avenida mil cumbres, de la colonia San Antonio o en la Celestino Gasca de  la colonia Narciso Mendoza. 

“También los hemos visto en alejados sectores de las colonias Benito Juárez y Pedro J. Méndez, inclusive en la colonia Almaguer y más aun en la colonia Rodríguez frente al edificio de Petróleos Mexicanos, o el bulevar Morelos con calle Tuxtepec frente al edificio del Servicio de Administración Tributaria…”, -añade- la fuente. 

Ahí, niños de entre 5 y 12 años realizan riesgosas piruetas, “tablas gimnasticas humanas” o simples malabares con pelotas de plástico, mientras a su alrededor con solo un margen de 30 centímetros pasan vehículos del transporte público, motocicletas y particulares a exceso de velocidad. 

EL TRISTE CASO DE ANITA 

Anita es una de las jovencitas indígenas, aunque tiene cara de niña, ya tiene 20 años de edad y sobre un relavado reboso que carga a su espalda, pende quizá la única su razón de su vida, su hijo de solo dos años, que dormido, aguanta la larga jornada, mientras su madre casi desfalleciente, se juega su vida y la de él, realizando malabares entre ruidosos, contaminantes y veloces vehículos. 

El piso es de concreto, como el concreto armado que muchos automovilistas llevan en su corazón, que a su paso la insultan, le hacen proposiciones indecorosas o algunos que groseramente le lanzan monedas al aire o directo al piso. 

Por la tarde, siempre a discreta distancia llega una vieja camioneta y recogen a sus soldaderas y sus dinámicos reclutas, la faena ha terminado, pero resuena en la conciencia de humanistas como el abogado Abrego y otros de sus colaboradores la pregunta, ¿A quién le tocara la mayor parte del tajo de este lucrativo negocio que surge de la mendicidad…? 

DIPUTADOS DE PAPEL 

El entrevistado dice que con el problema de migrantes extranjeros han surgido diputados que siempre permanecieron callados o siempre trabajaron al lado del gobierno del estado, como el obeso Javier Garza De Coss,  que ahora se hacen los enojados y quieren hacer creer que el gobierno del estado es el que más ha gastado en la atención del problema migratorio. 

“Ignora el diputado de papel que hay quienes se encargan de cuantificar la ayuda que llega a los albergues y que estos coinciden en que jamás se ha visto una sola despensa del ejecutivo estatal, se abre el debate así, discutiendo asuntos de los deberes y derechos de los extranjeros en México a su paso al país de la bandera de barras y estrellas, mientras a cercanas cuadras se explotan los derechos de los migrantes indígenas de este lado del río Bravo…y por ellos, lastimosamente, no quien diga nada. 

Vale comentar que no ocasionalmente el DIF Reynosa les ha ofrecido ayuda, pero estas personas por su misma formación son esquivas y rehúyen al contacto con cualquier desconocido, algunas veces al platicar con ellas se ahuyentan de sus lugares de trabajo y reaparecen días después en otros cruceros de la ciudad o en los de las ciudades vecinas, incluidas en el estado de Nuevo León.

El organismo de asistencia social determina no perseguirlos, porque se cree que tras esa tristeza se encierra el castigo que “sus protectores” pueden aplicarles por hablar con los funcionarios o empleados que tratan de hurgar sobre su forma de trabajar y cómo se encuentra la estructura organizacional de esta empresa, evidentemente operada de forma criminal.

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