Reflejos de un Corazón/ Por: Juan Torito Ramírez

Opinión

Ser mexicano es lo más chingón en esta vida.

Se terminó la semana más patriótica, la semana donde decimos con orgullo soy mexicano. Donde no sabremos mucho de historia, pero nos sentimos parte de ella. Podrá ser una celebración política o del pueblo, pero es la fiesta donde todos nos sentimos hijos de esta patria. Una patria que al día de hoy sigue en pie de lucha, una patria marcada por la sangre de inocentes, una patria que se ha convertido en un campo santo, de frontera a frontera, de mar a mar. Una patria que llora y se duele ante tanta violencia. Una patria donde cada mexicano se siente inseguro, donde no sabremos si llegamos o no a casa, si nos alcanzará una bala, u otro mexicano nos arrebatara la vida por unos pesos. Nuestra patria donde cada día más y más mexicanas, siguen siendo violentadas, acosadas, desaparecidas, donde sus derechos siguen sin contar, sin ser reconocidas por su valor y sus aportes. Una patria donde se aprueba leyes absurdas, donde se quiere proteger a la mujer, Acosta del asesinato de un inocente, cuando se sabe que mueren más mujeres por cáncer de mama, por pobreza o por la delincuencia. Y aun así no existe alguna ley que las proteja o las ayude. Una patria donde los niños siguen con maltrato, con poca educación, con carencias, donde sus garantías y derechos se ven ultrajados. Donde los jóvenes soñadores se tienen que esforzar el doble para alcanzar sus metas, esto se debe a que el sistema cada día les pone alguna traba nueva. Donde se hace demasiado sacrificio para titularte y al final no encontrar trabajo de tu especialidad. Una nación donde la clase obrera vive al día, porque los salarios son los mismo, porque las oportunidades de crecer son cada día más pocas. Los precios y el trabajo suben, pero los bolsillos se tienen lo mismo de hace 20 años. Un país donde no se honra aquellos que lo han hecho crecer, que lo hicieron un país libre, que han luchado y que trabajaron por su nación, los adultos mayores, esos viejecitos que para muchos son un estorbo, que para el gobierno son una carga, son una fuga de dinero en cada pensión, donde los sistemas de salud son muy deficientes con ellos. Su bienestar se ve vulnerable y lo que debería de ser una etapa de tranquilidad y esperanza, se vuelve un tormento. Nuestra querida nación, dañada, y destruida por su política, con sus miembros mediocres, donde se sienten la salvación de un país, y cada día lo hunden más y más en el fango de la pobreza, de la desigualdad, de la corrupción, del enriquecimiento ilícito a costa de su pueblo. Somos un pueblo bueno en manos de tiranos, de malos gobiernos, tal vez no todos son iguales, pero la cara que nos presenta siempre ha sido la misma. Es difícil confiar, creer en ellos. Es difícil creer que puedan lograr un cambio, o una transformación, pasan los años y siguen siendo todo de lo mismo, puras promesas, o acciones a medias. Políticas baratas, y no políticas que traten de erradicar problemas.

Es nuestra nación, el cambio lo hacemos nosotros los mexicanos, porque a pesar de todo somos gente buena, humilde, solidaria. Podremos destruirnos con la lengua, pero en momentos difíciles tendemos la mano, somos hospitalarios, y nuestra casa se vuelven hogares para quien lo necesita. El cambio empieza desde la casa, desde el núcleo familiar, desde la educación, de cómo se inculcan valores y virtudes para la formación de buenos mexicanos. La diferencia la hacemos cada uno de nosotros, con nuestras acciones, con nuestro servicio, al hacer siempre lo mejor en toda actividad que realicemos, desde un trabajo muy complejo, hasta esa acción que pareciera fuera simple.

Los sueños nos alientan a seguir mejorando nuestra nación, porque amamos nuestro país, porque es un país chungón, tenemos demasiada biodiversidad tan mágica, que puedes ir a disfrutar el calor de una playa, o te puedes ir a un lugar frío y acogedor, o disfrutar un pueblito mágico y sus tradiciones. Es chungón por nuestra cultura ancestral, que es maravillosa, educa y cautiva. La comida como identidad propia, con una gran variedad de sabores, aromas, colores un tesoro demasiado valioso. Que somos una nación que nos falta educación si lo sabemos. Que muchos son conformistas también. Que no nos superamos, muy pocos. Que tenemos miedo la gran mayoría. Que existen muchos problemas si, no podemos esconderlo. Que sufrimos carencias claro. Que nos falta mucha cultura del respeto, por supuesto. Que debemos ser tolerantes y empáticos. Pero de algo estoy seguro somos muy cabrones, y podemos sobresalir, romper barreras y brincar obstáculos. Que somos bien chingones claro que sí, porque somos tercos, aferrados y nunca dejamos de buscar nuestros sueños. Que ser mexicano es ser a toda madre, correcto. Todos tenemos esa esencia, esa alegría que hace que aún y con todos los problemas que vive la nación, nos atrevemos a sonreír.

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