AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Quinceañera

¿A que ya nadie se acuerda de una quinceañera llamada Rubí? 

En esta columna no me gusta hablar de temas tan triviales como las modas en las redes sociales, pero ya que estoy en eso, permítanme decirles que Rubí era una jovencita común y corriente, hasta que a su papá, un pelao con facha de narco sinaloense se le ocurrió la idea de subir la invitación para el quinceaños de su hija, en la pequeña comunidad de La Joya, San Luis Potosí. 

La invitación se hizo abierta, así que poco a poco se fueron sumando personas que querían ir a este evento y de ahí, se hizo una bola de nieve, hasta que todo México empezó a hablar de la “quinceañera de Rubí”. 

Al final de cuentas, más de 60 mil personas confirmaron su asistencia. 

El tema opacó los gravísimos problemas que estaba viviendo nuestro país, como la corrupción, la carestía, la violencia, las pendejadas de Peña Nieto y la Selección mexicana. 

Sirvió por espacio más o menos de cinco o seis meses como cortina de humo, como paliativo para el pueblo depauperado que, por estar pendiente de la “quinceañera de Rubí” se olvidó un poco del gruñidero de tripas, o para la clase media, que no se dio cuenta el momento en que pasó a ser clase baja, o para los pirruris hijos de papi que se divertían de lo lindo por la ocurrencia del naquerío. 

Eso pasaba hace cinco años, y a raíz de su “éxito” mediático, Rubí se animó a seguir una carrera de cantante. 

No sé si lo logró, pero ahora la chamacona tiene como 20 años. Hasta salió por ahí una “fake news” que decía que se iba a lanzar por el Partido Movimiento Ciudadano por la alcaldía de Charcas, San Luis Potosí. 

Yo, como Pegaso estudioso de la psicología humana, quiero entender bien todo esto: A alguien se le ocurre una estupidez, algún usuario de las redes sociales hace un meme de eso, alguien más lo replica y, por efecto de bola de nieve, pronto habrá una multitud de gente hablando del tema. 

No creo que sea así de fácil. Muchos quisieran tener ese instante mágico, la epifanía que los permita convertirse en fenómenos de las redes sociales, en top trendings, producir algún mensaje o video viral que lo catapulte al estrellato sin ningún esfuerzo. 

Pienso que ese es el sueño de todos, porque enseguida vienen las empresas publicitarias que se mueven en la Internet y te ofrecen el cielo y las estrellas, mientras gozas de fama. 

A Rubí, por ejemplo, no faltó quien le regalara un automóvil por su cumpleaños, y todavía, aún después de 5 años, la buscan para que se convierta en cantante o candidata. 

Coraje deben estar haciendo artistas de la talla de Lucero, Shakira, Vicente Fernández, Angélica María y muchos más, a quienes les ha costado sudor y lágrimas llegar hasta la cima. 

Ver como un jovenazo cagón, como Justin Bieber, de la noche a la mañana y gracias a las redes sociales, se convierte en una estrella internacional y gana carretadas de dólares, les debe provocar prurito, equimosis, cardenales y edemas. 

Todo, o la mayoría de lo que producen las redes sociales es más falso que un billete de tres pesos; son burbujas que fácilmente revientan. De la “quinceañera de Rubí” ya casi nadie se acuerda. 

Igual puedo decir de muchos otros personajes que en su momento fueron moda entre los usuarios de redes sociales, pero que ahora han pasado al anonimato. 

¿Alguno de mis tres lectores se acuerda de un jotito que se hacía llamar “Lady Whooooo?”. Yo tampoco. ¿Y de Lady 100 pesos?¿Y de aquel meme del gato con la vieja chillona? 

Hubo un tiempo en que alguien perdía el tiempo diciendo que un vestido dorado era de color azul. 

A mí me gusta tomar nota de todo eso, porque a final de cuentas representan un fenómeno sociológico, pero no me engancho con semejantes disparates, zarandejas o estupideces. 

Lo que sí he notado que últimamente las redes sociales están relativamente tranquilas. Vamos a ver hasta cuándo sale la próxima Rubí. 

Mientras tanto, chútense el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “¡Ayuda, pierdo el conocimiento!¡Proceda a guardar silencio, individuo añoso lésbico!” (¡Auxilio, me desmayo!¡Ya cállese, viejo lesbiano!) 

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