AL VUELO/ Por Pegaso

Opinión

Minions

¡Ahhhhh! Ya solo faltan horas para que termine la Legislatura más chambona, nefasta y entreguista que ha habido en la historia de nuestro Estado. 

Entrará una flamante, nuevecita de paquete, con la encomienda histórica de echar para atrás todos los errores cometidos por sus antecesores, en aras de proteger a su amo, el tenebroso Señor de los Cuernos. 

Y ahí están, esperando que den las doce de la noche de este jueves 30 de septiembre para agarrar sus tiliches e ir a echar pulgas a otra parte, porque ¡de que se van, se van!¡De que se van, se van! 

Son como los minions: Después de que ya no tengan a un amo perverso a quien servir, al menos desde esa honorable y vilipendiada tribuna, se pondrán a buscar a su siguiente sátrapa. 

Para los lectores que no sepan de qué estoy hablando, les diré que los minions son unos personajitos de color amarillo banana (aunque los de esta historia son de color azul pitufo), alargados, de uno o dos ojos cubiertos con googles y con un overol. 

Se supone que los minions han existido desde el principio de los tiempos, evolucionando desde simples criaturas unicelulares y cuyo único propósito en el mundo es servir a los peores villanos. 

De esta manera, durante la época de los dinosaurios, sus errores ocasionaron la muerte de su amo en turno, un grotesco y horripilante Tiranosaurus rex, lanzándolo sin querer a un volcán de lava; más adelante, en la época cuaternaria, hicieron que un enorme oso se tragara a su líder cavernícola. 

Y así, durante el florecimiento de los egipcios, se pusieron a disposición de un terrible faraón, pero sus tonterías provocaron que a éste le cayera encima una pirámide. 

Más adelante pasó lo mismo con Napoleón y con el conde Drácula, así que finalmente decidieron aislarse del mundo, cansados de buscar villanos a quien servir. 

Pasaron los años y los minions se aburrían en su cueva de Siberia.  

Por eso mismo, Kevin, Stuart y Bob decidieron salir a buscar a la persona más gacha y orejona, que resultó ser una vieja loca llamada Scarlet, quien tenía el plan de robar la corona de Inglaterra y sacar la Espada de la Piedra para obtener un gran poder y conquistar el mundo. 

Pero como todo lo que hacían los enanitos azules les sale mal, casi acabaron con la villana, y esta los mandó perseguir y matar, sin embargo, Kevin accidentalmente resbaló con una arma que lo hace crecer y logró rescatar a sus amigos. 

Así, pues, los diputados minions quedarán huérfanos de amo malévolo, pero dejarán a otros que no cantan mal las rancheras, en el Congreso. 

Estos, al igual que los anteriores, seguirán obedeciendo ciegamente las órdenes de quien los contrató para estar a su servicio: El fantoche, fanfarrón y gandalla Señor de los Cuernos. 

A éste le queda todavía un año al frente del gobierno.  

Un año completito, tiempo suficiente para preparar su huida, pasar todos sus ranchos a nombre de familiares, llevar sus ahorritos a las Islas Caimán o algún otro paraíso fiscal y gozar de la vida loca, garantizando el bienestar económico de sus hijos, nietos, biznietos y hasta los tataranietos. 

Yo a veces quisiera ser como él.  

A final de cuentas, si me llegan a ganchar y me mandan al tambo, siempre podré salir en unos cuantos años y después gozar de todo lo que pude robarme durante el tiempo que estuve al frente de los dineros públicos. 

También me gustaría tener a mi servicio a unos simpáticos y jocosos minions, como los que tiene en el actual Congreso, que sale precisamente hoy jueves 30 de septiembre, o como los que entrarán a partir de mañana. 

Recordemos que, a final de cuentas, los minions terminan con Gru como amo y señor, así es que nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: “Individuo que fue parido para ser una envoltura de masa de maíz rellena con un guiso, del firmamento le avienen los folios de origen vegetal”. (El que nace pa’tamal, del cielo le caen las hojas). 

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