Los reyes de la basura: Enriquito y Armando
El relleno sanitario -almacén de basura al aire libre- de Altamira, Tamaulipas, es una mina de oro. Sólo esta ciudad, recolecta mas de mil 800 toneladas anualmente. A ello, hay que sumarle, parte de los desechos sólidos que se producen en Tampico y Madero.
La concesión de ese millonario negocio, está en manos de la familia Cárdenas del Avellano, oriunda de ciudad Victoria, Tamaulipas. En primera instancia, la operó un hermano de Enrique -ex diputado federal y local, y alcalde de ciudad Victoria y ahora precandidato a la gubernatura del PRI-; al parecer, quedó en manos del que fue Presidente del CDE del tricolor en Tamaulipas.
Enriquito, cobra la friolera de 70 millones de pesos anuales a cada uno de los municipios conurbados. Es decir: más de 200 millones cada doce meses. Se infiere: de esa suma, un todavía imponderable monto, va a manos del alcalde altamirense.
¿Por qué se infiere tal afirmación?
Sencillo: el terreno es un espacio público bajo control del Ayuntamiento.
¿Cuánto paga Enriquito a Armando Martínez por tener su fábrica de dinero en Altamira?
(Se utiliza la figura de “fábrica de dinero”, porque el basurero deja ganancias superiores a los 300 mil pesos diarios por el reciclaje de materiales como vidrio, cartón, metales, plásticos y más etcéteras).
Martínez Manrique y Cárdenas del Avellano, tienen bajo su férula una empresa que desde el 2018 opera sin la venia de las autoridades del estado y de la federación.
Es decir: operarían irregularmente -por decirlo en forma amable-.
Lo que se sabe, en función de ciertos convenios con el alcalde de Altamira, es que a él -a Armando- le proporcionan casi 15 millones de pesos al año como bono por el contrato.
Esos millones, no van a parar al erario de la ciudad.
No, nada de eso.
Esa millonada, al parecer, va a los bolsillos de Martínez Manrique, toda vez que no aparece en la Ley de Ingresos del municipio. (Cualquier ciudadano lo puede corroborar en los documentos públicos de la ciudad).
Si se piensa mal para acertar, se puede construir la presunción de que tanto Enriquito como Armando, -toda vez que trabajan como socios con la administración estatal azul, por las autorizaciones que provienen de instancias responsables de cuidar la ecología y los usos del suelo- son entusiastas colaboracionistas del PAN tamaulipeco.
¿O, por qué la empresa de Cárdenas del Avellano realiza sus actividades en forma irregular y evidentemente ilegal?
¿Quién los protege?
Los changos viejos del PRI, -Enriquito y Armando-, no aprenden las nuevas maromas de la IV T.