Ciudad de México.– Los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa volvieron a tomar las calles para demandar, una vez más, verdad y justicia por la desaparición forzada de sus hijos suscitada hace 87 meses.
En esta ocasión, marcharon a la Basílica de Guadalupe, donde el obispo emérito Raúl Vera López encabezó una misa en honor de los 43 jóvenes. En ese contexto, el prelado responsabilizó de aquellos hechos a los tres niveles de gobierno y aseveró que el Ejército “estuvo en medio”. Destacó “la firmeza” con que los padres y las madres siguen luchando, lo cual contribuye a la construcción de un México más justo.
Las familias, por su parte, plantearon varias exigencias: una dirigida a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), para que entregue la información “clave” con la que cuenta a fin de esclarecer los crímenes, otra para que la Fiscalía General de la República dé celeridad a las indagatorias y la última al presidente Andrés Manuel López Obrador, para que cumpla con su compromiso de esclarecer el caso.
Vidulfo Rosales, abogado de los padres, enfatizó que el año cierra “sin avances considerables”, pues las búsquedas en terreno realizadas en 2021 no dieron frutos, la FGR perdió testigos claves y tampoco concluye el trámite de extradición de Tomás Zerón, ex titular de la Agencia de Investigación Criminal y quien fue la mente detrás de la llamada verdad histórica.
Ayer, al cumplirse siete años y tres meses de la desaparición forzada de los jóvenes –entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero–, los padres caminaron por la tradicional ruta de los creyentes de la Virgen de Guadalupe: de la glorieta de Peralvillo al templo del Tepeyac.
Atrás quedaron las multitudinarias marchas que se vieron en las primeras semanas tras la desaparición de los 43 jóvenes, cuando el tema ocupaba las primeras planas y la discusión pública. Pese a que hoy no se ven aquellas masivas movilizaciones, las madres y los padres no claudican en su lucha por justicia y, como cada día 26 de cada mes, unas 200 personas los acompañaron, sobre todo estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa.
Tras caminar por Calzada de Guadalupe, entre la sorpresa de los fieles católicos, quienes los confundían con “una peregrinación”, llegaron hasta la explanada del templo del Tepeyac. Se colocaron frente a uno de los balcones del santuario, donde destacaban las imágenes de la Guadalupana y de Juan Diego, junto a las que se colocaron mantas con los rostros de algunos de los normalistas desaparecidos.
Justo a las 11 de la mañana, el obispo Vera López apareció en el balcón para iniciar la ceremonia religiosa.
Dedicó unas palabras iniciales a las familias y de inmediato aseveró que los jóvenes normalistas fueron entregados por policías municipales al crimen organizado debido a que tomaron al menos un autobús en el que se traficaba droga a Estados Unidos y de esa situación “estaban al tanto” las autoridades de los tres niveles de gobierno.
“Los principales responsables de la desaparición de sus hijos son el gobierno de Guerrero, el gobierno de los municipios en los que se dio este crimen y el gobierno federal, porque también en medio estaba el Ejército mexicano”, aseveró el obispo.
El purpurado dijo que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) documentó los agravios contra los 43 normalistas y su labor dejó en claro la responsabilidad de las autoridades, por lo que pidió la intercesión de la Virgen de Guadalupe para que el gobierno “haga lo que tenga que hacer y no le dé vueltas al asunto” para esclarecer los hechos.
Al unísono, las familias respondieron con la consabida consigna: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, realizaron la ya usual cuenta del uno al 43, finalizando con el grito: “¡Justicia”, ante la sorpresa de los fieles que también escuchaban la ceremonia.