LA IGLESIA COMO ENEMIGO

Opinión

Por René Mondragón 

UN POCO RUDO 

Pudiera parecer un poco rudo el encabezado de esta entrega, pero no lo es tanto.  

Precisando: No se trata de ubicar a la Iglesia de Roma en un rol de enemigo de algo o alguien. Sería iluso y torpe, porque “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18). Dicho esto, la intencionalidad de la expresión inicial, va más por el rumbo de escoger y ver en la Iglesia a un enemigo real o potencial como se ha visto desde hace dos mil años. Quienes lo intentaron, siempre fracasaron. Hoy no es la excepción. 

Dicho de otra forma, que algún sujeto o entidad elija a la Iglesia Católica como enemigo a vencer, es una suerte de apuesta llena de futilidad. Aun así, no ha faltado quien, lanza en ristre, pretenda el exterminio de la institución fundada por Jesucristo. 

UN FRACASO ANUNCIADO 

Son miles de casos en donde personajes, colegiados, organizaciones y/o movimientos de toda índole lo intentaron y, aun hoy, algunos continúan con la misma peregrina idea. 

México, desde luego, no ha sido la excepción. Los nombres de Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, los Flores Magón, Lázaro Cárdenas del Río y algunos otros, se unen hoy a los Echeverría Álvarez, John Ackerman, Fernández Noroña, Paco Ignacio Taibo, Ebrard o López Obrador para subirse al ring e intentar eliminar, o cuando menos, borrar del mapa social a la Iglesia. 

Cada cual, asumiendo sus propios razonamientos e intereses, pero convergiendo en la misma finalidad. 

LO DE HOY 

Es bien sabido que, desde siempre, la posición del Magisterio y la expresión de la misma Doctrina Social de la Iglesia, han apostado –como base sustantiva- el respeto irrestricto a la dignidad de la persona humana y de todas las personas, y como elemento fundamental, el respeto y promoción, defensa y salvaguarda de la vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte natural, así como la orientación doctrinal a favor de la familia. Así puede verse desde un escenario variopinto en Rerum Novarum, Sapientiae Christianae, Humane Vitae, Laborem Excercens, Familiaris Consortio, Gaudium et Spes y más recientemente, en Fratelli tutti o Laudato si. 

La línea doctrinal siempre es la misma, sin importar que el promotor en contra sea Carlos Marx, Enrique VIII o Antonio Gramsci. En consecuencia, la pregunta obliga: ¿Por qué tanta tozudez en los ataques dirigidos a estos puntales del Magisterio? 

En todo tiempo y lugar la Iglesia ha resultado victoriosa en estas contiendas. ¿Por qué entonces, tanta insistencia? Sin duda, porque los fautores de tales intentonas saben bien el mal social, económico y político que provocarían en los países, como el nuestro, de fuerte raigambre católica. 

EL COSTO 

Son evidentes las consecuencias para quienes ubiquen a la Iglesia como enemigo a derrotar. Se dará en todos los órdenes; sin embargo, este escribano quiere centrar la atención en los impactos y costos políticos para los promotores de estos golpeteos a la vida y la familia. 

Hace unos cuantos días, se anunció en el Estado de Guanajuato, con cierta estrategia de sigilo, la validación de las uniones homoparentales. La expresión, para este amanuense, fue bastante desafortunada, porque se anunció como la validación jurídica del mal llamado “matrimonio de personas del mismo sexo”. Errático y difuso, porque la esencia del matrimonio –y eso lo puede esgrimir cualquier estudiante de tercer semestre de Derecho- es la procreación y la ayuda recíproca entre los cónyuges. Y en la unión validada en Guanajuato ese detalle jamás se cumplirá en la relación hombre-hombre y mujer-mujer. 

Es evidente, se abrirá la puerta a la legalización y validación de la adopción dejando de lado el derecho de los niños y niñas. 

El tercero perjudicado, será sin dudas, Acción Nacional.  ¿Cuántos votos a favor del PAN se irán a otros partidos –incluido el PES- y cuántos más robustecerán la abstención rumbo al 2024? Sin duda, el costo para el panismo será de enormes proporciones e incrementará –con los que se queden- las pugnas por el poder interno. 

Desde una visión de Estado, es fundamental entender también que, las minorías que integran las agrupaciones de prostitutas o de la comunidad LGBT, son ciudadanos que requieren y merecen ser escuchados, atendidos en sus necesidades, y escuchadas sus propuestas. Por lo tanto, se requiere la generación de un marco jurídico y la instrumentación de políticas públicas que coadyuven al desarrollo de esa parte de la sociedad. Sin embargo, el PAN no lo aclaró ni fijó su postura doctrinal. El tema es grave para la causa blanquiazul. 

EL MENSAJE DE LOS OBISPOS 

El seis de diciembre del 2021, con el título de “Urgente llamado al gobierno de México”, los obispos mexicanos “pintaron su raya” (perdonando el lugar común). Esta vez, el mensaje abarcó el tema de los migrantes. El segundo párrafo es fuerte: “El Gobierno Federal, en efecto, ha incumplido con los compromisos realizados con las personas migrantes para sus traslados y regularización migratoria, lo que ha desatado una escalada de inconformidades derivando en bloqueos carreteros y conflictos con la población local. Esto ocasiona que se ponga en riesgo la integridad física tanto de las personas migrantes como de la población local”   

Ya es conocido que una característica del régimen actual radica en la ecuación “Decir-Desdecirse-Manosear las cifras-Incumplir lo ofrecido y dejar que el polvo de la historia construya el olvido” para un pueblo de frágil memoria, atraído siempre por la novedad de la novela mañanera. 

En tanto que el gobierno central evita hacer enojar a Biden, también evita resolver los gravísimos problemas que las caravanas de migrantes traen consigo, porque en adición, la autoridad ya no tiene recursos para enfrentarlos con eficacia. Ciertamente, la pelota está en la cancha del presidente mexicano, a quien le sigue funcionando la estrategia de “no los veo ni los oigo, porque siempre hay otros datos” Por lo mismo, organizaciones como Cáritas han generado una vigorosa respuesta de ayuda. Pero eso no es noticia y no sale en la tele. 

El dilema hoy es que, con posturas como las del señor Solalinde, que ya ven con aureola y en los altares al macuspano, lo único que queda es impulsar la participación de los mexicanos que, de verdad, queremos construir la casa común, generosa, ordenada, libre y democrática. Nada más, pero nada menos. 

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