Por Oscar Díaz Salazar
En politica, como en otros aspectos, le denominan «Outsider» al «jugador» o actor político que pretende hacerse de un cargo de elección popular (o administrativo) desde afuera de los canales tradicionales de acceso al poder, esto es que no pertenece al equipo que gobierna, que no es del partido que detenta el poder, que no es de la camarilla de los vencedores (actuales), que no ascendió por el escalafón establecido por los que mandan y que no se sujetó a las prácticas y tradiciones vigentes entre la clase política en funciones.
Eventualmente, y sin hacer la reflexión pertinente, por la pura intuición del pueblo sabio, la mayoría decide castigar a quienes llevan muchos años en el poder, y aquí les digo que eso de «muchos años» es subjetivo, y la medida es directamente proporcional al hartazgo que provoca un mal gobierno, e inversamente proporcional, si se trata de buenos gobiernos.
Confiar en los Outsiders tiene, como todas las cosas, sus ventajas y sus desventajas. Entre lo positivo que tenemos al confiar en políticos que no son del grupo que tradicionalmente gobierna, menciono, a manera de ejemplos concretos, recientes y cercanos, el de la desaparición de los «carretoneros» o carretas de tracción animal que circulaban por todo Reynosa para prestar el servicio de recolección de basura doméstica. Con la derrota del PRI, se terminó el compromiso que el gobierno municipal tenía con los líderes y la comunidad de recolectores de basura. El otro ejemplo reciente es el de la reducción de la plantilla laboral del gobierno municipal con la salida de «empleados» que nada aportaban a la colectividad y la calidad de vida de los reynosenses. Con el adelgazamiento de la nómina, fue posible incrementar el recurso de la obra pública en 300 o 400 por ciento. El caso muy reciente es el del llamado al orden de los carros de sitio (taxi) que se han apoderado de las aceras del primer cuadro, sin pagar los derechos de uso de piso respectivo y sin convenir con la autoridad los espacios exclusivos.
En la contienda por la gubernatura de Tamaulipas, el que «juega» como Outsider, tal vez más de lo que le conviene, es el senador Américo Villarreal Anaya. Américo quiere llegar con un mínimo de compromisos, y si le alcanza, va a tener mucha libertad para integrar su equipo de trabajo, para asignar contratos de obra pública y proveeduria de bienes y servicios.
El candidato de Morena no tiene compromisos con la decena de constructores que han acaparado la obra pública. Con el ejército de burócratas estatales. No tiene compromiso con los dirigentes de su partido, pues su partido no tiene dirigentes legalmente establecidos en Tamaulipas. No tendrá compromisos con varios financiadores, pues sí damos por cierta la versión que difunden sus rivales, tiene un solo patrocinador económico, que le es necesario y suficiente, y también tiene un solo patrocinador político y ese es ya saben quién. No tiene compromisos con los dueños y regenteadores de la policía.
El cuasi candidato de morena no quiere hacer compromisos con las figuras políticas de su partido, con presidentes municipales, con diputados, Ni con dirigentes de los partidos coaligados PT y Verde.
La apuesta de Américo Villarreal, respaldada por la ventaja de dos a uno que registran sus encuestas de intención de voto, puede resultar muy arriesgada. El resultado nos dirá si fue la genialidad que le permitirá gobernar a su modo y sin presiones o la causa que explica el segundo lugar, el subcampeonato o la medalla de plata que, en política, no sirve para (casi) nada.